Cansancio de la felicidad: descubre el fenómeno del lamento crónico

Seguramente has vivido el momento en que te cruzas con alguien conocido y, al preguntarle cómo está, te responde con un suspiro y un "aquí, sobreviviendo" o "arriesgando lo justo". Este tipo de comentarios no son exclusivos de conversaciones personales y abarcan desde el trabajo hasta el clima. Aunque pareciera una simple expresión de cansancio, el llamado "lamento crónico" podría tener repercusiones en nuestra salud mental y física.

Las quejas son parte natural de la vida, una forma de manifestar descontento o dolor ante ciertas situaciones. Sin embargo, cuando esta práctica se convierte en un hábito constante y omnipresente, puede afectar seriamente nuestro bienestar. Expertos advierten que este tipo de conducta produce efectos negativos, incluso a nivel neurológico.

Impacto del lamento crónico en el cerebro

El constante lamento puede alterar nuestro cerebro, tal como reveló un estudio de la Universidad de Stanford. Según sus hallazgos, quejarse durante 30 minutos al día puede dañar las neuronas del hipocampo, área crucial para resolver problemas y el funcionamiento cognitivo. El neurólogo Alejandro Andersson del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA), explicó al portal Infobae que continuas quejas liberan hormonas del estrés como el cortisol, afectando nuestras emociones y habilidades cognitivas.

Efectos a largo plazo y nuevas costumbres

La creación de "circuitos neuronales negativos" es otro resultado del lamento crónico, lo que lleva a una perspectiva pesimista ante la vida. Esta predisposición reduce la capacidad de concentrarse y tomar decisiones claras, generando un ciclo de insatisfacción que alimenta más quejas. Además, se señala un posible vínculo con síntomas de ansiedad y depresión.

Alternativas para cortar con la negatividad

• Práctica de gratitud: Mantener el enfoque en lo positivo puede mejorar nuestro estado de ánimo y bienestar general.
• Identificación de soluciones: Crear una lista de acciones para mejorar situaciones problemáticas ayuda a recuperar el control.
• Conciencia verbal: Prestar atención al lenguaje diario y ajustarlo hacia un tono más positivo o neutral.
• Establecimiento de límites: Alejarse de conversaciones negativas y fomentar enfoques constructivos en los problemas.

Adoptando estas prácticas, se puede reducir el impacto del lamento en nuestra vida diaria y fomentar un entorno más saludable. La clave está en ser más conscientes de nuestras elecciones diarias y cómo estas afectan nuestro panorama mental.

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